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En esta serie me inspiro en un diálogo con los mundos de Pina Bausch, Nan Goldin y las ideas de Borges acerca de la milonga. Ellos me ayudan a construir escenarios donde el cuerpo, la danza, el teatro y las ensoñaciones visuales hablan entre sí. Yo voy recorriendo distintos episodios, y radicalizo el erotismo que el tango propone. El tango invita a relacionarse apasionadamente con el otro, relata historias de la condición humana y explora aspectos sensuales y dolorosos. La música y la poesía me conectan con intimidades amorosas y violentas entre el borde y el desborde.

Su letra y su vigencia social retratan febrilmente lo nuestro, la iconografía más pura de Buenos Aires, los amigos, los enemigos, la timba, el lunfardo, la memoria y los cafés. Su agudeza poética tiene contenidos locales de resonancia universal: “La semana sobra cuando no hay pasiones”, dice una de sus letras.

Tengo un fuerte sentimiento de pertenencia con Buenos Aires que comparto con el tango y me permito jugar con los clásicos dameros de los cafés y las milongas, donde “esas baldosas que nos hablan representan simbólicamente afectos y recuerdos que, como la ¨piel¨, aparecen como tatuajes en los cuerpos.

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